Seguramente el complemento donde más fácil nos resulta justiciar un importante desembolso es en un buen reloj. La gran mayoría de nosotros seguro que hemos sentido alguna vez si no una gran atracción por estas piezas sí, al menos, una importante curiosidad. De hecho parece difícil entender un buen traje artesanal sin que sea acompañado por un reloj manufactura.
Aunque como ya hemos dicho en alguna ocasión el más sencillo, y barato, reloj de cuarzo –de pila- consigue una mayor precisión dando la hora que lo que hace el más complicado, y caro, reloj automático, las sensaciones que transmiten uno y otro nada tienen que ver. Por ello, aquellos que busquen precisión y un mero objeto que se limite a darles la hora no dudaran en apostar por los relojes de cuarzo y no se pararan a pensar en el corazón que late dentro de su reloj. Este tipo de comprador prima sobre todo el aspecto exterior del reloj. Los que por el contrario sientan en su interior una inexplicable atracción por el mundo de la relojería en general y de ciertos movimientos en particular, primarán dichos movimientos al aspecto exterior y al material de la caja del reloj. Dicho esto, también hay muchos clientes cuya motivación a la hora de hacerse con uno u otro reloj se basa en otras percepciones. Si todavía hay un gran porcentaje de compradores de “alta relojería” que con su compra buscan el status que da una u otra marca, cada día son más, sobre todo en el mercado asiático y ruso, que apuestan por piezas de materiales preciosos o por relojes joya.
A mi personalmente este último tipo de reloj nunca me han llamado la atención como tampoco lo han hecho los maxi-relojes tan de moda de unos años atrás ahora. Y tampoco las marcas de joyería o de otros sectores que han dado el salto a la relojería me terminan de atraer. Marcas como Chopard, Cartier, Bulgari o incluso otras como Louis Vuitton o Harry Winston si bien cuentan con un gran presupuesto que les permite desarrollar movimientos de gran interés no dejan de jugar, siempre para mi, en una liga inferior. Sí en cambio siempre me han encantado esas escasas casas manufacturas independientes, y sobre todo ciertos movimientos de estas o de los los dos grandes grupos, que son desconocidas para el gran público o que el ojo no entendido no llega a reconocer y pasan totalmente desapercibidas. Por eso, marcas como Jaeger LeCoultre, Lange & Söhne, Blancpain, Journe, ciertos Zenith, Patek etc. son las que siempre más me han gustado.
Con el tiempo y conforme te vas haciendo con esas piezas con las que llevas soñando años subes un peldaño más y dentro de casa buscas ese movimiento o esa complicación que la hace destacar frente al resto. Un doble uso horario, una fase lunar, un horario mundial, un calendario perpetuo, una reserva de marcha etc. son todas complicaciones que sin llegar a la magnificencia de un tourbillon o un sonnerie, aportan un alma al reloj difícil de entender de no ser un apasionado de este mundo.
Quizás el pensar que aunque llegue un día en el que no estemos estos pequeños juguetes serán disfrutados por algún hijo o familiar hace que nos auto-engañemos, nos liemos la manta a la cabeza y cada X tiempo con lo que nos parece una buena excusa nos hagamos con nuevo reloj. Y esta nueva ocasión la encontré con el paso a una nueva década y su correspondiente celebración. Y para esta ocasión ya tenía pensado desde hacía tiempo que por primera vez dejaría Suiza de lado y apostaría por la calidad alemana y le daría la bienvenida a mi primer Glashütte Original; en concreto al modelo PanomaticLunar de acero. Su línea es mi acorde con mis gustos ya que no solo no es ostentoso sino que además no son muchos los capaces de reconocer esta marca o asociar este modelo concreto con una pieza exclusiva.
No quiero aburriros con los más de 165 años de historia de esta casa alemana ni de la importancia de la ciudad de Glashütte en la historia de la relojería mundial ya que a quienes le interese con seguridad ya la conocerán y a los que no solo conseguiría aburrirles. Por lo que me centraré en este reloj en cuestión. El PanomaticLunar cuenta con el calibre 100% manufactura 90-02 –pero manufactura de verdad y no solo porque lo diga el catálogo de la casa- y además de la hora y los segundos, cuenta con una fase lunar y con un “Panomaratum”; una gran fecha a dos niveles.
La fase lunar más allá del agradable efecto estético te marca puntualmente las lunas llenas, algo súper interesante para los amantes de esta complicación. Esta fase presenta una luna y unas estrellas plateadas sobre un suave cielo plateado. La gran fecha de este Glashütte no se reduce solo a una cuestión estética sino que supuso en su día toda una revolución técnica. Al contrario de lo que pasa en las fechas normales que tienen solo de un disco con todos los días numéricos del mes la gran fecha de Glashütte cuenta no con un disco sino con dos; uno para las decenas y otro para las unidades, los cuales van cambiando automáticamente según corresponda. Además, al contrario de otras casas como la propia JlC, la gran fecha de Glashütte no requiere de dos ventanas para mostrar el día del mes, como ocurre también con su hermano mayor Lange & Söhne, sino que lo hace solo en una de amplias medidas.
La fase lunar más allá del agradable efecto estético te marca puntualmente las lunas llenas, algo súper interesante para los amantes de esta complicación. Esta fase presenta una luna y unas estrellas plateadas sobre un suave cielo plateado. La gran fecha de este Glashütte no se reduce solo a una cuestión estética sino que supuso en su día toda una revolución técnica. Al contrario de lo que pasa en las fechas normales que tienen solo de un disco con todos los días numéricos del mes la gran fecha de Glashütte cuenta no con un disco sino con dos; uno para las decenas y otro para las unidades, los cuales van cambiando automáticamente según corresponda. Además, al contrario de otras casas como la propia JlC, la gran fecha de Glashütte no requiere de dos ventanas para mostrar el día del mes, como ocurre también con su hermano mayor Lange & Söhne, sino que lo hace solo en una de amplias medidas.
Si bien estas son las dos complicaciones más visuales de este reloj, su estética también es muy particular y muy similar a la de la otra gran casa alemana. Al principio no resulta fácil hacerte con ese mini-dial que te marca las hora pero es solo cuestión de días el familiarizarte con él. Además de estas complicaciones hay otras dos dignas de mención. En primer lugar nombrar que solo se necesita de una corona para manejar las diferentes opciones del reloj. No obstante, un marcador aparece en el parte superior de la corona que aparece de manera cuasi-invisible sirve para el ajuste de la fase lunar. Si bien esta manera de manejar las diferentes funciones del reloj no tiene la complicación de otro de mis relojes, el JlC Hometime, quien con solo una corona se maneja la fase dia-noche, el doble uso horario, la hora y también el día, en el PanomaticLunar la sensación de la corona única es similar.
A pesar de estas complicaciones para mi es el ajuste dúplex cuello de cisne, apreciable en su tapa de zafiro transparente, la más interesante de todas ellas. Hasta hace poco el cuello de cisne, incluso en la marca alemana, era solo individual pero desde hace ya unos años la apuesta por la diferenciación frente a otras marcas de prestigio les animó a incorporar a sus relojes esta importante innovación. Para los que no la conozcan, comentar que el doble ajuste de cuello de cisne, desarrollado enteramente en su fábrica, permite una regulación muy precisa del ritmo y de la velocidad del movimiento.
Su reserva de marcha es bastante justa, escasas 42 horas. Aunque hoy los diámetros de los relojes crecen sin mayor explicación que llamar, siempre desde mi punto de vista, absurdamente la atención, este Glashütte cuenta con “solo” 40mm de diámetro y unos escasos 13mm de altura lo que le convierte en un reloj bastante discreto para lo que se estila hoy. Si el diseño del frontal es de lo más original no menos interesante es su parte trasera. La parte posterior del movimiento, visible a través del cristal de zafiro, muestra el rotor central esqueletado, engastado con una masa oscilante de oro de 21 quilates, tornillos azulados y rubíes así como la trayectoria del rotor, con un acabado decorativo francamente bonito y muy distintivo de esta casa. 28.000 alternancias por hora (sigo quedándome con las siempre más precisas y encantadoras 36.000 de El Primero) cuenta con un mecanismo todo decorado a mano, algo que hace que no haya dos modelos idénticos, un brazalete de aligátor y un ajuste horario de lo más preciso – después de 15 días de uso continuado su desajuste es de unos dos segundos al día –.
Su reserva de marcha es bastante justa, escasas 42 horas. Aunque hoy los diámetros de los relojes crecen sin mayor explicación que llamar, siempre desde mi punto de vista, absurdamente la atención, este Glashütte cuenta con “solo” 40mm de diámetro y unos escasos 13mm de altura lo que le convierte en un reloj bastante discreto para lo que se estila hoy. Si el diseño del frontal es de lo más original no menos interesante es su parte trasera. La parte posterior del movimiento, visible a través del cristal de zafiro, muestra el rotor central esqueletado, engastado con una masa oscilante de oro de 21 quilates, tornillos azulados y rubíes así como la trayectoria del rotor, con un acabado decorativo francamente bonito y muy distintivo de esta casa. 28.000 alternancias por hora (sigo quedándome con las siempre más precisas y encantadoras 36.000 de El Primero) cuenta con un mecanismo todo decorado a mano, algo que hace que no haya dos modelos idénticos, un brazalete de aligátor y un ajuste horario de lo más preciso – después de 15 días de uso continuado su desajuste es de unos dos segundos al día –.
Dicho todo esto, lo que no termino de entender es como un reloj de esta calidad, y precio, no cuenta con un cierre más preciso y seguro. En este modelo el cierre deployante no es doble y la propia rigidez del brazalete hace que salte el débil cierre sencillo con enorme sencillez. Mucho que mejorar tiene Glashütte en este aspecto.
Al parecer el PanomaticLunar está teniendo mucho éxito y fuera por ello o por cualquier otro motivo, la verdad es que me tocó esperar casi dos meses para que me lo entregaran. Este éxito no me cabe duda que se debe, además de todo lo anteriormente expuesto, también a su ajustado precio. Si bien su precio es elevado, 9.500€, si lo comparamos con otros modelos muy inferiores técnicamente, su precio es más que justo. Además Glashütte, al contrario que Lange, hace relojes con cajas de acero lo que se traduce en más o menos la mitad del precio de su hermano Lange. Si este reloj que como decimos cuesta 9.500€ lo quisiéramos en Lange nos tocaría pagar por él al meos 19.000€ al ser la gama de entrada de Lange la caja de oro amarillo.
También es importante tener en cuenta que por el precio del PanomaticLunar son pocas las casas manufacturas que ofrezcan relojes similares y con similares complicaciones. Por el contrario, hoy el mercado de los relojes está cada vez más dominado por el marketing y esto obliga a hacer grandes desembolsos por los conocidos como relojes-marca con mecanismos ETA y similares o por otros que si bien sí tienen gran calidad se limitan, en este rango de precios, a dar exclusivamente la hora.
También es importante tener en cuenta que por el precio del PanomaticLunar son pocas las casas manufacturas que ofrezcan relojes similares y con similares complicaciones. Por el contrario, hoy el mercado de los relojes está cada vez más dominado por el marketing y esto obliga a hacer grandes desembolsos por los conocidos como relojes-marca con mecanismos ETA y similares o por otros que si bien sí tienen gran calidad se limitan, en este rango de precios, a dar exclusivamente la hora.
El Aristócrata