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CORREMOS LA BEHOBIA-SAN SEBASTIÁN

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Normalmente empiezo el año deportivo con la ya clásica Talajara. Sin embargo, este año, si bien estaba más en forma que en ediciones anteriores, no pude tomar la salida por una lesión en el gemelo producida por claramente sobre-entrenamiento. Esto hizo cambiar rápidamente los planes y escuchar el disparo de salida en la mítica Behobia- San Sebastián.

Había intentado participar en varias ocasiones pero siempre que me disponía a comprar el dorsal estos habían volado. Y este año no podía pasarme lo mismo por lo que varios meses antes y pocos días después de abrirse las inscripciones contaba con el mío. 

Los que me seguís desde hace años sabéis que el deporte siempre ha sido uno de los pilares principales de mi vida. Sé que últimamente parece que se ha puesto de moda esto de correr. Esto si bien no deja de ser una gran noticia, corre el peligro de como cualquier otra moda desaparecer en más o menos tiempo. Por muchas pruebas que dispute siempre recordaré mi primera maratón con 19 años. Hoy con más del doble sigo disfrutando de esta disciplina tanto como entonces.
Para mí, la maratón es la prueba de las pruebas. Por preparado y rodeado de gente que estés llega un momento en la carrera  donde te encuentras solo y te embargan las más variopintas sensaciones. Es en ese momento – para unos el kilómetro 30 para otros el 35… - donde te toca sacar toda esa raza que llevas dentro y recordar porqué estás ahí. Pero más allá de la carrera en sí lo que te hace atleta es el duro entrenamiento de los meses previos a la carrera. El entrenamiento de la carrera a pie de largas distancias aporta innumerables beneficios, no sólo físicos sino también psíquicos. Por muchos problemas que el día te haya podido traer, poco después de calzarte las zapatillas estos, si bien no desaparecen, se empiezan a ver de otra forma y no en pocas ocasiones la mejor solución para ellos la encuentras cuando el Polar marca un ritmo cardiaco superior a las 140 pulsaciones. Nunca, absolutamente nunca, los problemas se ven agrandados después de la merecida ducha.

El entrenar una maratón exige salir a correr varios días a la semana y al menos uno de ellos hacer una tirada más larga de lo normal. Es en estos entrenos y en esas tiradas largas cuando te encuentras contigo mismo y experimentas todos los beneficios de preparar una maratón. Tu cuerpo cambia, pero lo que es más importante, más lo hace tu mente y tu estado emocional y anímico. Te vuelves más positivo, más razonable, menos tenso, menos irascible y un sinfín de beneficios que solo aquellos que corren con asiduidad conocen a la perfección. 
Los años, o mejor dicho las articulaciones, no perdonan y con varios miles de kilómetros en las piernas el entrenamiento necesita volverse más preciso para poder alargar la vida de ligamentos, articulaciones y huesos. Por ello, empezamos a combinar deportes y a practicar otros tan apasionantes como la natación o la bicicleta. Estos dos últimos son perfectamente complementarios con la carrera a pie y añaden variedad al entrenamiento semanal. Esto no tiene nada que ver con la moda reciente del a veces subestimado triatlón. 

Pues en este entrenamiento estaba cuando el calendario marcaba la fecha para probar nuestras fuerzas para metas más ambiciosas: la mítica carrera que une Behobia con San Sebastían, 20 kilómetros de puro disfrute. Una organización de 10 que se encarga de gestionar tanto el tres y el autobús que se necesita coger para llegar a la línea de salida. 
El perfil de la prueba es algo duro por tres cuestas que si bien nunca te llegan a quitar la sonrisa sí te hacen tener que forzarla en algún punto. Los kilómetros se pasan muy rápidos, en parte por el buen ambiente de la prueba y en parte también por el paisaje del que se disfruta. Correr en el norte y alejado de las grandes urbes siempre tiene el aliciente de disfrutar de un bonito paisaje, alejados de la contaminación y disfrutando de los pequeños pueblos por los que transcurre la carrera. Solo una lluvia intermitente, intensa en algún momento, pudo desmejorar la prueba; no tanto por restar belleza a la prueba sino por poner en peligro al corredor en alguna bajada rápida donde las hojas resbalaban por la carretera. 

La entrada en el boulevard de San Sebastián con su gran animación hace que te preguntes cuando abrirán las inscripciones del 2017 para volver a disfrutar de la que para mí ha sido la media maratón más bonita de cuantas he corrido.
No sé si correr te cambia la vida tanto como algunos llegan algunos a asegurar, pero sin duda sí ayuda a afrontar los múltiples retos de la vida con una actitud más positiva, proactiva e imaginativa. Además, una de las grandes ventajas de este deporte es que está al alcance económico de todo el mundo. Unas zapatillas, una camiseta y un pantalón es todo lo que se necesita para practicarlo. Algunos en su afán de justificarse buscan cientos de excusas para no practicarlo o buscar alternativas, pero la realidad es que cualquier persona que puede caminar también puede correr. Tampoco vale la excusa de la escasead de tiempo. Una hora es suficiente para prepararte, correr y ducharte; y el día tiene 24 de ellas. No poca gente argumenta que se aburre corriendo. Esto me temo que no es por otro motivo que por la imposibilidad de mantener un ritmo cardiaco bajo mientras se deja volar la mente y centrarse en lo que el paisaje nos ofrece en cada salida. 
Sea la carrera a pie, el ciclismo o cualquier otro deporte aeróbico más o menos intenso – aquí me vais a permitir omitir e golf - aporta definitivamente unos beneficios que definitivamente solo aportan cosas buenas tanto a nosotros como a nuestro entorno. Solo me queda animaros a que, como de costumbre, me llevéis la contraria y después de unas semanas de práctica me digáis lo equivocado que estaba cuando escribí estas líneas. 

El Aristócrata 

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