En un precioso salón, que por su decoración parecía más propio del clubland londinenese que de un local de copas del barrio de Salamanca de Madrid, se celebró el último encuentro del Club Privado El Aristócrata, que sirvió, además para que los socios se despidieran hasta después de las merecidas vacaciones estivales.
Si los encuentros del Club giran siempre en torno al deleite del sentido de la estética y del buen vestir, en esta ocasión el encuentro tenía como protagonista el sentido del gusto y del olfato.
Para ello se pretendía casar metafóricamente la bebida, por excelencia, que se obtiene a partir de la caña de azúcar, como es el ron y los cigarros puros, para deleite, disfrute y placer de los caballeros miembros del Club.
El maridaje se llevó a cabo sobre la base de tres áreas claramente diferenciadas de rones y cigarros:
- Cuba
- Nicaragua
- Dominicana
Para ello se contó con la estimable colaboración de Tatina, una bella dama de amplios conocimientos sobre el ron que nos hizo apreciar sus matices a la vez que nos narraba los pormenores históricos de su obtención, elaboración, etc..
El acto dio comienzo, tras una prolongada exposición introductoria por parte de Tatiana, con la degustación de los rones de Cuba y concretamente con un ron que debe calificarse como excelente, como es el caso de Matusalem 15, que fue el que a mi particularmente más me gustó, no sé bien si por el hecho de que era uno de los mejores o porque fue el primero el degustarse, aspecto que sin duda tuvo que influir, habida cuenta la impaciencia que mostrábamos los asistentes por comenzar a comprobar con las papilas filiformes lo que Tatiana nos narraba con su sugerente voz de acento foráneo.
A este ron le sucedió el Bacardí 8, de intenso sabor pero de matices claramente diferentes. Una vez realizada la primera interesante tanda de degustación, que tuvo como protagonista s los rones de la perla del Imperio, esto es, Cuba, los fumadores de cigarros puros, por mor de la célebre Ley antitabaco que entró en vigor en 2011, nos dispusimos a degustar fuera ya del salón, en una terraza continua, el primero de los puros seleccionados para el maridaje con estos rones cubanos, nada menos que un Romeo y Julieta.
Estos puros se caracterizan por su equilibrada y aromática ligada, ya que están elaborados siempre con hojas seleccionadas procedentes de la región de Vuelta Abajo. Mientras consumíamos esos cigarros, los socios mantenían interesantes conversaciones sobre los más variados temas, teniendo lugar coloquios sobre temas de indudable interés para las inquietudes de los caballeros socios.
Casi sin solución de continuidad, procedimos a la entrada nuevamente en el salón para, en esta segunda ocasión, degustar unos rones de otra procedencia y no por ello menos interesantes, como son los de Nicaragua. En concreto la degustación fue de Flor de Caña 12 y Plantation Nicaragua 1998.
Al termino de dicha degustación he de confesar sin rubor alguno que, al menos mi persona, intentaba apaciguar un enfrentamiento sin cuartel que empezaba a notar que mantenían mis papilas gustativas calciformes con las foliadas, que ocasionaba leves distorsiones en encontrar algunos matices, sobre todo el sempiterno de vainilla, que anunciaba Tatiana en los licores que probábamos. Todo ello producto sin duda de la escasa ingesta de alimento que mantuve ese día y que tuvo como inmediata consecuencia posterior, una cierta sensación de embriaguez. Sobre todo si tenemos presente que los rones degustados por su alta calidad y, en aras de facilitar su mejor cata, no admiten consumirse en combinados con bebidas gasificadas, ni siquiera con hielo. Hechos que harían perder su calidad en detrimento, he de añadir, de nuestra sobriedad.
Estos rones fueron maridados con un puro que es uno de mis grandes favoritos: Carlos Toraño. Su color maduro unido a su forma exageradamente cuadrada y sumado a su color oscuro emula y evoca al chocolate. La composición de este cigarro es curiosa, tiene una capa de Nicaragua, el capote hondureño y la tripa mezcla de R. Dominicana. El resultado es un cigarro que tiene unos matices y sabores similares a los que Tatiana nos hacía descubrir en los rones Nicaragüenses. Este puro tiene un tiro excelente y la ceniza es de color claro con estrías negras, la combustión es ligeramente desigual, pero no hace falta corregirlo.
La tercera de las catas se centró en los rones dominicanos, en concreto Brugal extraviejo y Barceló imperial. El primero proporcionaba un suave aroma a madera, mientras que el segundo además recordaba a aroma de fruta tropical con matices a vainilla y melaza. Para combinar y degustar estos rones se seleccionó un cigarro dominicano, que como todos los procedentes de esta isla se caracterizan por su suavidad, pero de gran personalidad como los Davidoff.
Para este caso debemos traer a colación las palabras de Zino Davidoff, cuiando afirmaba que “disfrutar de un cigarro puro tiene que ver con el placer refinado de vivir”. Esta es en definitiva la filosofía del Club de El Aristócrata, y ciertamente la velada fue un acto de disfrute de los sentidos y, si tengo que destacar algo, me quedo sin lugar a dudas con las amenas, entrañables y entretenidas conversaciones que mantuvimos los miembros del Club, ya que los excelentes rones y cigarros que disfrutamos fueron el ornamento perfecto a una jornada del Club cuyo activo más importante volvieron a ser sus socios.
D. Lucio Rivas Clemot
Vicepresidente del Club Privado El Aristócrata.