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LIFESTYLE V: EL CABALLO ESPAÑOL

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Este mes queremos recuperar una vieja costumbre que teníamos en los primeros días de vida del blog. Como recordareis los lectores más fieles solíamos escribir de vez en cuando un artículo de lifestyle que se alejaba del leitmotiv de esta página. Hablamos de clubs ingleses, de sitios de vacaciones de ensueño, de hoteles aristocráticos, las carreras de Ascot y de temas que aún no tratando de moda masculina clásica sí eran de gran interés o si no lo eran al menos sí contenían gran belleza. Y hablando de belleza hoy queremos recuperar aquella vieja costumbre y hablar del que para mi es el animal más bello del mundo: el caballo español.

Ver un caballo español piafando en libertad mientras que con su cabeza levantada y su crin flotando en el aire se acerca a ti con tranco poderoso consigue sacarte de tu más hondo un sordo olé tan sonoro como el que solo saldría el ver a una mujer española de poderosa figura hacer su entrada allá donde el destino ha querido también a ti situarte. Y es que no hay nada en este mundo tan bello como la mujer española y el caballo andaluz.

El caballo andaluz es una raza de caballo originaria de Andalucía. Se trata de un caballo ibérico que está entre las razas equinas más antiguas del mundo. En España también se le conoce comúnmente como "caballo español" y se le denomina oficialmente "Pura Raza Española" (PRE), porque se considera que el andaluz es el caballo español por antonomasia, a pesar de que existen muchas otras razas equinas españolas.
Por suerte para nosotros, la enorme oferta de hobbies que hoy se nos ofrece hace muy difícil que exista alguien que no encuentre a qué dedicar su tiempo libre. El teatro, la lectura, la música, el deporte, los viajes y un largo etcétera bien merecerían vivir varias vidas para poder disfrutar de todas estas actividades en su plenitud.

De estos pasatiempos a los que yo personalmente dedico mas mi tiempo libre es al deporte y a viajar. La bicicleta, la natación y la carrera hacen que saque la lucidez necesaria para hacer bien mi trabajo. Los viajes por su parte son una fuente de continuo enriquecimiento tanto cultural como personal. Pocos libros enseñan con la profundidad y claridad como lo hace el compartir conversaciones con personas desconocidas y de culturas diferentes a la de uno.
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Algo tan sencillo como sentarte con un libro en alguna mesa de una concurrida calle de recóndito pueblo español o de una lejana ciudad africana mientras se observa el ir y venir de sus ciudadanos aporta una fuente de información y de descanso que ya les gustaría experimentar a todos esos VIPs que se recorren medio mundo en sus jets privados buscando el más exótico lugar donde pasar unos días. 
Igualmente, el saber, por ejemplo, que en cuarenta y ocho horas estarás en alguna sierra de la magnífica geografía española sobre una bicicleta de montaña disfrutando de un bonito paisaje y respirando aire puro hace que alargar las horas de trabajo entre semana no se convierta en ningún esfuerzo.

No obstante, el disfrutar de la naturaleza con un caballo es de esas sensaciones maravillosas que solo aquellos que la han experimentado pueden llegar a apreciarla. Y si ese caballo es un pura raza español la nobleza de la relación hace de ese momento algo que las palabras, al menos las mías, son incapaces de definir.

A los que nos gusta el campo la sola idea de dar un paseo a caballo bien solo o bien en compañía se antoja como uno de esos placeres terrenales por los que habría que pagar todo aquello que se nos pidiese. Y si además ese caballo es tu caballo y con el que has pasado largos ratos hablando, cepillándolo, domándolo, mimándolo e incluso llorándolo tus más íntimas tristezas el momento de volver con él a la cuadra ya con riendas largas hace que la sensación de tranquilidad, relajación y realización sea incomparables a nada en este mundo.
A pesar de la insistencia de ciertos ganaderos en cambiar la morfología histórica del PRE y convertirlo en un animal de postal pero totalmente inválido para el trabajo, el PRE es de las pocas razas de caballos cuya versatilidad la hace sino destacar en todas las disciplinas sí sacar en la mayoría de ellas una buena nota. Ya bien sea en la modalidad de doma clásica, en la doma vaquera, en el rejoneo, en el enganche o la alta escuela, la nobleza del PRE hace que hasta a aquellos que se acaban de acercar a este mundo, independientemente de la edad, con un poco de práctica puedan disfrutar de cualquier de estas disciplinas.

De todas las modalidades que existen, desde bastante pequeño he convivido en casa con la pasión de mi padre por el enganche y aunque reconozco que no lo veo con la misma luminosidad con que lo ven y disfrutan sus ojos sí me sirvió para conocer a este maravillo animal.

Yo por mi lado he preferido siempre el esfuerzo, la constancia y la pericia que requiere la doma así como la libertad que te proporciona la silla vaquera. Intentar conseguir un piafe o un passage armónico y constante requiere de muchas horas de trabajo y de mucho control personal. La frustración que conlleva el ver como no salen los ejercicios pronto se olvida cuando por fin lo consigues.
Una conocida amazona, Esperanza López, lo definió muy bien esta sensación cuando dijo que:

"Cuando estas ahí arriba y sientes como el caballo te lleva y se dirige hacia donde y como tú quieres ante cualquier pequeño movimiento de tus ayudas .....con una expresión elegantísima ..un movimiento ligero ...como si flotara .... Cuando sientes que tu caballo eres tu ...que te siente y tú lo sientes ...atento a todo lo que mandas a todo lo que piensas .... Cuando pasa todo eso ....entonces ¡SABES LO QUE ES LA FELICIDAD".

Igualmente, salir a correr en una fría mañana manchega unas liebres con tu caballo vaquero proporciona una alegría y liberación de adrenalina solo comparable a un técnico descenso de MTB. El galopar de manera ordenada en campo abierto, hacer piruetas, paradas a raya o sencillamente dar un paseo mientras charlas con un amigo es uno de los mayores placeres terrenales que el caballo pone a disposición de los humanos.

Y para hacer esto y mucho más tenemos como compañero al caballo español y como aliado a su incomparable nobleza. Quizás sean sus orígenes de caballo de reyes lo que ha hecho que tanta sea la nobleza que circula por su sangre. Es francamente difícil que un caballo español dé una coz buscando a alguno de nosotros o que a pesar de su enorme fuerza intente desalojarnos mientras trabajamos con él e intentamos que haga esos movimientos que realiza en libertad pero con nosotros encima. Y si esa persona es encima un niño es increíble comprobar como su amabilidad sólo se incrementa.
Con seguridad el PRE no es el caballo más fuerte ni el más resistente en deportes tipo salto o raid pero sus altos movimientos así como la gran expresividad de los mismos no es comparable tampoco a los siempre sincronizados pero aburridos movimientos de los caballos centroeuropeos.

Es amable con el jinete y no le importa aguantar sin protestar sus a veces confusas ayudas. Aprende con gran rapidez y al contrario de otras razas es de una amabilidad encomiable. No tarda en conocer la voz de su amo ni tampoco en pedirle la golosina después del trabajo. Es tal su nobleza que si su jinete le mandara que saltara al vacío obedecería su orden sin rechistar.

Cuando uno sale a trabajar el caballo al campo o sencillamente a dar un relajante paseo con él y observa como obedece sus ordenes y consigue lo que buscaba resulta difícil contener una sonrisa de satisfacción. Cambios del pie al tranco, piruetas, apoyos etc. son todos ejercicios que de conseguirlos ejecutar con precisión y sin estrés en el caballo hacen que el paseo de regreso a la cuadra ya con riendas largas aporte una sensación de bienestar difícilmente comparable a nada.
La historia ecuestre de España es tan longeva que hace que contemos también en este campo con maravillosos artesanos dedicados en cuerpo y alma a los complementos del caballo. Al contrario de lo que ocurre con la sastrería donde los mejores profesionales se encuentran casi en su totalidad en la capital, los guarnicioneros siempre han tenido un gran apego a su tierra y han preferido, también porque la mayor tradición se encuentra allí, quedarse en su Andalucía.

No obstante, esto no es problema para los que tenemos esta afición ya que siempre se siente un regocijo especial cuando te acercas al Puerto de Despeñaperros. Obviamente, hay zonas como la de Salamanca o la misma Valladolid donde existen también grandes profesionales y motivos más que suficientes para buscar otra escusa e ir en busca de una cabezada o unas buenas botas a medida. Pero sigue siendo Andalucía donde la afición del caballo está más extendida y donde al contrario que en otras zonas de España no se ve como algo elitista y sus ciudadanos, independientemente de su posición social, disfrutan de este hermoso animal de forma muy extendida.

Hoy las prendas técnicas de equitación ofrecen una serie de ventajas sobre todo por sus tejidos y elasticidad que hacen que ya no haya como antaño que acudir a la sastrería tradicional. Dicho esto, otra cosa muy diferente son los trajes cortos, la calzona o prendas como el siempre elegante marsellés donde la aguja de un buen sastre de toreros se nota en la terminación y comodidad de la prenda.
No obstante, hay que reconocer que en la disciplina de la doma clásica la calidad y terminación de los productos alemanes son los dueños de los mejores guadarneses. Dicho esto, en España podemos encontrar guarnicioneros capaces de hacer botas, cabezadas y sillas vaqueras a medida de perfecta terminación y a precios mucho más competitivo que sus homólogos extranjeros. Yo al meno ni dudé en acudir a un guarnicionero salamantino para hacerme con mis botas a medida de doma y tampoco lo hice cuando visité a otro moteño para hacerme los botos camperos, ni a un coriano para hacerme también a medida la silla vaquera. Después de una silla acorde a la morfología del caballo y al tamaño del jinete, son precisamente las botas las que hacen que el contacto con el compañero sea preciso o solamente un envoltorio donde dentro se mueve libremente tu pantorrilla.

Espero no haberos aburrido con todo esto y si lo he hecho dejarme intentar solucionarlo compartiendo con vosotros un poema de Juan Llamas dedicado a los vaqueros así como para aquellos que no la conozcáis la famosa plegaria que los caballos escribieron hace varios siglos a sus jinetes.

La mirada siempre en vela bajo el ala del sombrero, avivando con la espuela el tranco del compañero. Son dueños de tradiciones, vigías de abrevaderos, y están hechos de terrones lo mismo que sus abuelos. Son la esencia de la tierra, serenos de pilares de nuestra historia y orgullo de Andalucía. Heredamos sus chalecos, sus guayaberas de antaño, sus espuelas de ocho picos y las sillas que montaron. Que no se acaben los hombres que tienen sabor a campo, tueste de todos los soles y aroma de los cerrados. Que no se pierda esta raza que lleva traje campero. Que sigan por las veredas nuestros jinetes vaqueros. Que no se muera esa raza de nuestros viejos vaqueros. Que no tenga que llorarlos. ¡Que me muera yo primero!"
Plegaria del Caballo:
AMO MÍO: Permíteme que formule ante ti mi plegaria.

Después del trabajo y de las fatigas del día dame albergue en una caballeriza apropiada y limpia. Cuida alimentarme convenientemente y de mitigar mi ardiente sed; como no puedo comunicarte cuando tengo hambre, sed o estoy enfermo, te corresponde preverlo. Si tú me cuidas, puedo servirte más eficazmente, porque tendré más fuerza. Si dejo de comer, manda a examinar mis dientes.

No permitas que me corten la cola, pues es mi única defensa contra las moscas y los insectos cuyas picaduras me atormentan. Durante el trabajo háblame; tu voz es para mí más eficaz que las riendas y la fusta.

Acaríciame y enséñame a trabajar con buena voluntad. No me fatigues en las subidas ni me sobre frenes en las bajadas. No me cargues demasiado; de muy buena voluntad te sirvo hasta donde alcancen mis fuerzas, no olvides que estoy expuesto a morir en tu servicio en cualquier momento.

Mientras vivo, trátame con la consideración debida a un criado fiel y útil. Si no te entiendo inmediatamente no te desesperes ni me castigues, es fácil que no sea culpa mía. Examina mi rienda; puede ser que por estar enrolladas o torcidas, no transmitan correctamente tus órdenes, mírame las herraduras, para ver si me lastiman.

Querido amo: cuando por la edad me encuentre débil o inválido y ya no pueda ser útil, no me condenes a morir de hambre, y si fuere necesario, mátame tú mismo para que mis sufrimientos sean menores. 

Perdona haber ocupado tu atención con esta humilde plegaria, que te ruego no olvides, y que te la hago respetuosamente, invocando a aquel que nació en un pesebre.

Y para ahora sí terminar me gustaría que echarais un vistazo a este video que resume todo de lo que es capaz nuestro caballo español.
 

El Aristócrata

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