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LA CHAQUETA VAQUERA. MISIÓN CUMPLIDA

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Terminado el periodo estival y deseando que hayáis todos descansado, volvemos a encontrarnos en este nuevo curso académico con un artículo pendiente que muchos esperábamos ver publicado desde hace tiempo. Hace ya más de un año empezábamos una aventura cuyo objetivo, en el mejor de los casos, era cuanto menos impredecible. Hoy, tras varios lavados, pruebas y diferentes diseños podemos presentaros el resultado final.

Durante este año han sido muchos los que de manera pública o privada me han recomendado que me olvidara de ella ya que a tenor de lo que mostraban las fotos no había muchos motivos para ser optimista. Mentiría si dijera que yo tampoco tenía mis dudas. Efectivamente las tenía. Sin embargo, también era perfectamente consciente de que se podía conseguir. Y lo sabía porque Joaquín, responsable primero y último de este experimento, nunca la dio por perdida. Bajo su frase “todo sobre lo previsto” veíamos a la chaqueta ir y venir; no sin verla cada vez un poquito más “perjudicada”.
Fue después del segundo lavado cuando nos situamos en un punto de no retorno que nos dio las claves para llevarla finalmente a buen puerto. Aunque tras este segundo lavado el cuello y el forro se habían, literalmente, destrozado Joaquín insistió en que esto no era mayor problema. “Todo sobre lo previsto”. No obstante, para un ojo profano como el mío, el ver la chaqueta totalmente arrugada, deshilachada e incluso rota no ayudaba a ser del todo positivo. 

Joaquín me pidió una vez más que me la probara para marcar los últimos ajustes. Marcados estos, se envió la prenda al taller. En el taller, se desmontó toda la chaqueta volviéndola a hilvanar y montar como ya se hizo en un principio. El cuello y las solapas, las dos partes principales que más habían sufrido en los lavados, recobraron vida consiguiendo el mismo aspecto que ambas partes tenían incluso antes de pasar por la lavadora por primera vez. 
El haber lavado la chaqueta montada y no haberla montado después de lavar la tela, ha sido la clave para conseguir nuestro principal objetivo: que los roces y el lavado se aprecie en las costuras y no de forma aleatoria por toda la chaqueta. Esto que como hemos visto en los anteriores artículos no ha hecho otra cosa que dificultar enormemente la confección de la chaqueta, ha sido la clave del proceso y lo que diferencia a esta chaqueta vaquera a medida de cualquier otra chaqueta vaquera que yo conozca a la fecha confeccionada de manera artesanal. 

Hilvanada la prenda volvimos a probárnosla aunque al estar ya lavada anteriormente no encogió y por tanto no hubo que hacer más ajustes que definir el cruce de la chaqueta y el largo de las mangas. Esta chaqueta está pensada para un uso puramente de sport y por tanto nos podíamos permitir ciertas licencias. Como se puede apreciar, su largo es bastante contenido – aunque, por supuesto, el trasero queda oculto tras el faldón-, sus mangas son muy estrechas y apenas cuenta con una mínima hombrera. 
Tres ojales en las mangas y dos en las solapas de gran longitud rematan los detalles exteriores de la misma. En su interior se pueden apreciar los vivos rematados a mano. Las costuras de los bolsillos interiores también se realizaron a mano. El hierro que aparece cosido en los sudaderos de los caballos y en los hierros de los coches lo cosió Joaquín en hilo de seda amarillo. Este bordado si bien está muy bien cosido, de haberse realizado más grueso hubiera conseguido un mejor resultado estético.

Dos botones chapados en cobre con una calavera en relieve son los responsables de cerrar los bolsillos interiores. Los botones exteriores son de corozo y aunque unos azul marino envejecido hubieran podido quedar mejor, la escasa oferta de botones de compuestos naturales que hay en nuestro país nos obligó a escoger estos a la espera de en un futuro próximo podamos cambiarlos. Los vivos fueron cosidos a mano. Todo esto sin olvidar que aunque aquí aparezca la chaqueta con corbata - al contrario que en otras páginas yo no me visto para las pruebas - esta solo se vestirá en un uso puramente informal y siempre con ropa de sport.
Dentro de un mundo tan especial como es el de los sastres españoles, en más de una ocasión algún sastre me ha echado en cara que me hago demasiado eco del trabajo de Joaquín. Efectivamente Joaquín ha sido junto a D. José María Reillo, el sastre a quien más piezas he sacado en esta web. Independientemente de que a lo largo de los años haya podido entablar con ambos una relación es cierto que ambos son especiales y se salen del prototipo de sastre más extendido – y los que habéis tenido la suerte de probar más de un sastre estoy convencido de que sabéis a que me refiero. Dejando de lado a D. José María, debo decir que Joaquín es el sastre que conozco con más iniciativa, valentía, atrevimiento y el que más interés pone en sus prendas. 

Sigmund Freud – “Quien piensa en fracasar, ya fracasó antes de intentar; quien piensa en ganar, lleva ya un paso adelante”. Basta como ejemplo el forro que elegimos para esta chaqueta. Siempre he querido tener una chaqueta con forro militar y por más que lo he pedido nunca nadie me lo ha conseguido. Hice lo propio con Joaquín quien me dijo que intentaría localizarlo. Dos semanas después me llamó diciendo que no lo había encontrado ni tampoco localizado en ningún muestrario pero que le había dado la excusa perfecta para reservar una habitación en Florencia y sacarse un billete para el Pitti.  
Ni que decir tiene que el forro militar viajó en su maleta de vuelta. Son estos detalles los que harán que Joaquín, sin ser el más aventajado de su clase, ser – a no ser que cambie mucho el panorama actual – del que más se hable dentro de muy pocos años. Además, un precio francamente competitivo convierte a Joaquín en, como dirían los ingleses, “best value for money”. 

Una agencia de comunicación – algo normal en cualquier sastrería de prestigio italiana o inglesa pero un misterio en las españolas – da a conocer su trabajo tanto en España como en el extranjero. LinkedIn, Twitter, Facebook y múltiples apariciones en revistas y medios del sector – también grandes desconocidos para la mayoría de sus compañeros - solo confirman este punto de vista. Y si todo esto no es suficiente para demostrar que todo aquel que siembra recoge, basta ver los cortes que se acumulan en su mesa de cortar y los que lo hacen en la mesa de sus compañeros.  
Aunque de saber el periplo por el que nos tocaría pasar yo al menos me hubiera replanteado muy mucho el embarcarme en esta aventura, creo que el resultado final bien merece la pena al haber conseguido una prenda única. Esta es para mí la grandeza de la sastrería a medida. Te ofrece cosas imposibles de conseguir con la mejor confección industrial. Por ello, es por lo que en contra de lo que podría ser lo más lógico, esto es, recomendar ese primer traje a medida en color azul marino, yo siempre aconsejo hacerte con algo que no puedas fácilmente conseguir.
Un traje cuadro ventana, un POW, un tres piezas con un chaleco cruzado, un traje cruzado, uno de color poco común o de un tejido especial etc. son, para mí, opciones más lógicas para acudir a una sastrería; sobre todo si no nos podemos permitir hacernos toda la ropa a medida.  

El Aristócrata

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